Durante sus hijos realizaban sus estudios en la “Escuela 14 de Julio”, se propuso hacerse amiga de las/os maestros a fin de apoyarles retroalimentando los conocimientos por ellas/os impartidos y ayudando a sus hijos en el cumplimiento de tareas encomendadas; asumiendo un papel muy constante, perseverante y activo en el proceso de enseñanza/aprendizaje, que se complementaba con el cuidado de sus hijos; entre lo que se destacaba la formación práctica en valores y principios.
En la segunda mitad de la década de los años 80s sus hijos estudiaban Bachillerato en el Instituto Evangélico Virginia Sapp y dentro de sus instalaciones funcionaba la Iglesia “Berea”, entidad donde entregaron su vida al Señor Jesucristo sus dos hijos; que al graduarse y estando realizando sus estudios universitarios en la UNAH, optaron por congregarse en la Iglesia de Dios del barrio Abajo de Tegucigalpa.-En apoyo total a sus hijos, Andreíta y sus esposo, decidieron congregarse allí mismo; esta iglesia se trasladó a Sector de Cerro Grande, desvío al “Barrio El Lolo” con el nombre de “Oasis de Amor”.
Es obligado destacar, que mientras sus hijos (Rubén Antonio y Mirla Ivonne), realizaban sus estudios de Bachillerato en Ciencias y Letras en el Instituto Evangélico Virginia Sapp, Andreíta asistía a todas las reuniones de padres de familia de ese centro de enseñanza. Por esa razón, su entrega, capacidad y compromiso, fue elegida Secretaria de la Junta Directiva de la Sociedad de Padres de Familia en cuatro de los cinco años del plan de estudios de la carrera
Una faceta importante en la vida de Andrea, porque así lo valoraba y recordaba ella, es el dolor fuerte que le causó el deceso de su madre; casi siempre que recordaba este episodio de su vida, lo sentía con mucho dolor; pero tomaba control para hacer memoria de la reciprocidad de su especial amor, agradeciendo y dando Gloria a Dios por ella. Ligado a ello, siempre recordaba algo que la marcó: cuanto apoyo espiritual moral y material recibió de las autoridades de la Iglesia de Dios del Barrio Abajo, caracterizando este proceso como algo invaluable que le ofrecieron los miembros de ésta congregación. Es honroso destacar el apoyo demostrado de diversas formas por parte de la Pastora Ana Ruth Díaz sus hermanas y otros familiares.
Recordamos con admiración, reconocimiento y cariño, que Andreíta organizaba las reuniones navideñas y de fin de año de su núcleo familiar, invitando a un grupo de jóvenes, miembros de la iglesia, que no pertenecían a un hogar integrado. -Era realmente algo maravilloso celebrar la navidad con un culto a Dios kilométrico, que se prolongaba hasta las horas de la madrugada del día siguiente; en donde había un fuerte fervor y alegría espiritual, adoración a Dios y llenura del Espíritu Santo.
Los participantes a estas festividades, recuerdan gratamente estas vivencias inolvidables.-
Dejamos al final la oportunidad de resaltar y valorar que estas reuniones permitían a sus miembros celebrar la navidad en un ambiente propicio propio de un retiro espiritual, a fin de fortalecer su acercamiento a Dios y no exponerse a participar en otro tipo de reuniones seculares.